Cada niño tiene su propio ritmo
Elegir un instrumento musical no debería ser una decisión al azar.
En CODA hemos visto a lo largo de los años que cuando un niño conecta con el instrumento adecuado, su progreso y motivación crecen de forma natural.
La música es más que notas: es una extensión de la personalidad.
Para los niños curiosos y detallistas: el piano
El piano es ideal para quienes disfrutan observar, analizar y entender cómo funcionan las cosas.
Les ayuda a desarrollar coordinación, paciencia y memoria visual, además de introducirlos a la base teórica de la música.
Muchos niños que comienzan con piano luego exploran otros instrumentos con mayor facilidad.
Para los enérgicos y expresivos: la batería
Si tu hijo no puede quedarse quieto y vive marcando el ritmo en la mesa, la batería puede ser su mejor aliada.
Este instrumento canaliza la energía y mejora la concentración, el control motor y la autoestima.
Aprenden a escuchar, coordinar y liderar el pulso de la música.
Para los creativos y soñadores: la guitarra o el ukulele
La guitarra permite que los niños expresen emociones y creen melodías desde el primer día.
Quienes tienen una mente imaginativa o una inclinación artística disfrutan la sensación de componer, acompañar canciones y cantar mientras tocan.
El ukulele, con su tamaño pequeño y sonido alegre, es perfecto para los más pequeños que quieren iniciarse.
Para los sensibles y seguros de sí mismos: el canto
Cantar fortalece la confianza, la comunicación y la conexión emocional.
Ideal para niños que disfrutan compartir, contar historias o actuar.
En CODA trabajamos con técnicas de respiración y expresión escénica para que cada alumno aprenda a usar su voz sin miedo y con autenticidad.
Para los pacientes y disciplinados: el violín
El violín requiere precisión y oído fino, lo que lo convierte en una excelente herramienta para desarrollar disciplina y concentración.
Los niños que disfrutan de los retos o que tienen una personalidad metódica suelen prosperar con este instrumento.
**Consejo CODA**
Si todavía no sabes por dónde empezar, lo ideal es que tu hijo pruebe una clase.
En una sola sesión nuestros profesores pueden identificar qué instrumento despierta su curiosidad natural.
Lo más importante es que aprenda disfrutando, no forzado